
Las cartas no pueden comprender siempre nuestros motivos, pero al ser benéficas y positivas, obran para ayudarnos a progresar.
Para que nuestra mente pueda captarlas, hará falta una sincera aspiración, formular correctamente nuestras preguntas, y si es posible situarlas en un tiempo y espacio muy precisos, para poder actuar sobre ellas.
La propia consulta del Tarot deberá hacerse con una baraja previamente consagrada y que solo usaremos nosotros.
Es importante que su lectura se haga sobre un pequeño tapiz o pieza de tela destinada a este efecto, el color de la tela sobre la cual las cartas deben poder deslizarse será el violeta.
A continuación empezaremos con el ritual de invocación, quemando incienso y encendiendo una vela. Cuidaremos de no ser interrumpidos y que nadie nos moleste.
De principio tocaremos solamente los Arcanos Mayores pronunciando la siguiente invocación:
Señor del Tarot
Maestro de las imágenes
Dispensador de verdades ocultas
Ilumina a quien te implora
Que la llama y el espejo,
no reflejen nada distinto,
a la más pura inspiración.
Despierta en nosotros por las esencias
los colores y las imágenes,
las verdades del gran libro de la vida
y dirige hacia nuestra conciencia
la luz de tu alta sabiduría.
Maestro de las imágenes
Dispensador de verdades ocultas
Ilumina a quien te implora
Que la llama y el espejo,
no reflejen nada distinto,
a la más pura inspiración.
Despierta en nosotros por las esencias
los colores y las imágenes,
las verdades del gran libro de la vida
y dirige hacia nuestra conciencia
la luz de tu alta sabiduría.
En seguida, nos centraremos durante unos minutos sobre las cartas del Tarot, para proceder a recogerlas y lo mismo haremos con los arcanos menores.
Guardaremos la baraja en un sitio que será en adelante el suyo y podremos consultarla a partir del día siguiente a la consagración.
Siempre será mejor hacerlo durante la luna llena, así recogeremos la máxima influencia de su energía.
Esta baraja de Tarot solo deberá ser manipulada por nosotros.